Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
-Proverbios 3: 5-6-
Pensar en dedicarte con intensidad a algo que requieres, trae cierta sensación de ansiedad y la disposición de mantenerse alerta. Sucede cuando en alguna área de tu vida o circunstancia que se presente debes dedicarte con empeño a una actividad que producirá un mejor beneficio o logrará uno que tienda a favorecerte. Es posible que tenga que ver con tu superación personal, metas en el trabajo, vida sentimental o cuestiones de salud.
Aquello que se convierte en “esencial” en tu vida requerirá realizar con fuerza, concentración, dedicación y tiempo las actividades, oficios, inversiones, sacrificios que mantendrá cautivos tu atención, cuidado y la capacidad de mantenerse bajo vigilancia continua en pro de alcanzar lo que consideras verdaderamente importante.
La cuestión es diligenciar con “intensidad” aquello que es prioritario… no siempre diferenciamos entre lo “prioritario” e “importante”. Vacilamos con facilidad, titubeamos al elegir, generalmente optando por lo que nos parece que reviste más importancia dentro de los pensamientos, sin que necesariamente revista la mayor prioridad. Dedicamos todo el tiempo, esfuerzo, recursos haciendo grandes sacrificios, invirtiendo hasta lo que no se tiene y en ocasiones -tal vez en la mayoría- el resultado no lleva precisamente a lograr nuestros anhelos, aquello que esperábamos. Viene la frustración, abatimiento y la sensación de fracaso ¡casi quedamos para cuidados intensivos!
Es necesario poder concientizarnos en nuestras vidas que de nada sirve acumular cosas materiales, títulos o reconocimientos si ellos sacrifican las que son verdaderamente prioritarias. No descuidemos nuestras familias, matrimonios, hijos, valores, por enlazarnos con la corriente del mundo que nos esclaviza a lo material “tener”, al conocimiento del mundo, “títulos”, aquello efímero. Todo lo que logremos obtener en nuestro paso por la vida se trata de recursos, riquezas, posesiones, títulos, conocimiento, son útiles e importantes pero no van por encima de la prioridad de cultivar una relación con Dios, Él es primero, ése es el orden correcto que traerá a nuestra vida el cumplimiento del propósito perfecto, para que en esta carrera desenfrenada de la vida no lleguemos en último lugar.
Mantengámonos alerta, llenemos nuestras lámparas de aceite, esté encendida permanentemente su luz para que veamos cuando viene nuestro amado Cristo; no perdamos de vista nuestra verdadera fe. Podremos abrirnos paso por el mundo y poner primero lo que es prioritario para realizar lo importante de la vida, amar y servir, llevando por todo lugar el olor del conocimiento de Cristo, donde Él es el centro, y todo no gira alrededor de nosotros.
Oración
Señor Jesús, Tú eres nuestra principal prioridad, el centro de nuestras vidas, te agradecemos porque todo lo que podemos ser y tener en este mundo es posible gracias a Ti. Es nuestro anhelo agradarte, que siempre seas primero, ayúdanos a rendirte cada logro, posesión y conocimiento. Amén
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