Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
-Salmos 32:1
Existe toda clase de "pesos" que arrastramos. Algunos de ellos asfixian y hunden en profundidades extremas, provocando daños casi irreparables.
Pienso en todo lo bueno, en cuanto podemos hacer y no hacemos, aquello que debimos haber hecho y no hicimos, o lo que pudimos haber dicho y no dijimos. Si pretendiéramos consignar en un libro esos momentos, nos faltarían páginas para hacer un registro, y si se tratara de una cuenta, siempre estaríamos en deuda. Todo ello nos conduce irremediablemente, a sentirnos culpables, al punto de no tener sosiego, encontrarse amedrentado, sumido en la tristeza, sin motivación o fuerza. Ese es el verdadero peligro, dejarse envolver por el tormento de una culpa, que pareciera no poder enmendarse.
Algunos momentos y episodios de la vida, serán como esos capítulos que ya jamás humanamente, podrán editarse. Cuando el daño está hecho, la única manera de aliviar esa culpa, es entregarla a Jesús, para no yacer sepultados bajo el engaño del enemigo de nuestras almas, que dicta al pensamiento, la sentencia de no poder ser perdonados. Con Cristo no sucede así, Él trazó un camino de redención, sufriendo la culpa por nosotros, pagando el precio de todo pecado para que nada ni nadie, pudiera acusarnos.
Él borró la culpa, escribiendo una nueva historia en nuestras vidas de redención, restauración, sanidad de emociones, sentimientos, pensamientos y cuerpo. No tenemos que arrastrar con lo malo que hicimos en el pasado, o lo bueno que dejamos de hacer; aunque no existiera oportunidad de resarcir, porque aun si conociendo nuestra nueva identidad con Cristo falláramos, Él puede perdonarnos de nuevo... sería mejor no reincidir para evitar pasar por el dolor de haber tenido en poco la salvación tan grande, que Dios nos ha dado a través de su Hijo Jesucristo. Lo cierto es que por su sacrificio en la cruz ya nada puede acusarnos.
Cada vez que pienso en la pérdida de seres amados, aquellos que ya no están a mi lado, y conociendo que no puedo devolver el tiempo, me he sentido tristemente culpable, al pasar por mi mente: pensamientos, imágenes, el eco de muchas palabras, aquello que pude haber dicho o hecho para hacer más felices sus vidas, manifestarles admiración, respeto, gratitud y alegría por sus logros, porque no puedo cambiarlo; la oportunidad pasó. Sin embargo, puedo tener ahora, una actitud diferente con los que me quedan, y tengo para no escatimar, el amor que Cristo ha puesto en mi vida, sin ahogarme en la culpa. Respirar esperanza, evidenciar fruto de todo lo que Su Palabra siembra, y no la esterilidad que el mundo socava, en el interior del ser, pretendiendo que arrastremos cargas, que Jesús ya ha llevado por nosotros. Hemos sido perdonados.
Es necesario ahora, cuando todavía existe oportunidad y tiempo, manifestar a Dios nuestro amor, recibir el de Cristo, pedirle perdón y aceptarlo, a través de hacer suyo nuestro corazón, para no cargar con el lastre de la culpa, hundiéndonos en la obstinación de los pensamientos.
Te perderías en el tiempo arrastrando la culpa por tu pasado, o estarías dispuesto a que Cristo transforme tu presente, para asegurar el futuro de tu vida?
Oración
Gracias precioso Jesús por perdonar todos mis pecados, borrar mi culpa, escribir en mi vida una nueva historia de redención y libertad, nada ni nadie puede acusarme! Ayúdame a vivir en tu amor, seguir tus pasos para no abrir las puertas de mi corazón a todo cuanto no te agrada. Te amo Cristo!
El Lastre de La Culpa | Devocionales Cristianos | ALTAR
コメント