Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
-Salmo 37-
El Salmo 37 es una respuesta para las emociones cuando vemos que los que no aman a Dios tienen de todo y nosotros no. Seguido a ese sentimiento viene la pregunta, Dios, ¿por qué no estoy recibiendo lo que necesito y tanto quiero? ¿Dónde estás? ¿Me amas?
Deleite es una emoción muy intensa, pero no está vinculada con el comportamiento de la persona.
Soy consciente que yo daría mi vida para salvar a mis nietos sin ninguna vacilación y que esta emoción no depende del comportamiento de ellos, tampoco mi deleite. ¿Será que tengo esa misma emoción por Dios?, lamentablemente no todo el tiempo. Esto no nos sitúa en el límite de condenación. También, a veces no estamos seguros si amamos a Dios con todo el corazón, esta duda es común. Independientemente de nuestra respuesta a esa duda, la verdad es que, al principio, aceptamos al Señor por Fe y aprendemos a amarle paulatinamente, cada día más a través de nuestra relación con Él. Necesitamos experimentar el amor de Dios y, estando seguros de su inmerecido amor, le amaremos cada día más. Aceptar al Señor es un evento en la vida, pero no es el fin, es la gran decisión del inicio que cambia la vida completamente.
Llegar a deleitarnos en el Señor es un proceso
En una de las historias de amor que aparecen en el libro de Rut, la historia entre Dios y Noemí. Es seguro que Noemí conoce a Dios y lo ama, porque nació y se crió en la comunidad Israelita. Pero por una hambruna allí salió de Israel hacia Moab; cuando su esposo muere, ella se va a vivir con sus dos hijos que se casan con mujeres moabitas; diez años después, ellos también mueren. En aquella cultura, cuando esto sucedía, la mujer quedaba sin estatus social, desamparada y por supuesto sin provisión. Noemí vuelve a Israel, ella se lamenta de ella misma y en resumen de su situación expresando: “Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías” (Rut 1:21). Por muchos años, lo único que tuvo fue pérdidas, no había nada tangible en sus manos para ver el amor de Dios. Pero también ve que Él le abre una puerta “…oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan" (Rut 1:6).
Dios, ¿me amas?
Ella despide a sus nueras, cada una para su casa paterna y cuando insisten en quedarse, les dice “… la mano de Jehová ha salido contra mí”. Rut 1:13 Noemí abrió el corazón a sus nueras, les dijo como se sentía en ese momento, estaba exteriorizando sus emociones, no renunciando a la fe en Su Dios; el sentirse abandonada era fuerte. Su sentimiento y realidad eran temporales porque Dios no la había desamparado realmente. Su nuera Rut toma la decisión de quedarse con ella y hacerse cargo de todo lo que necesitara por el resto de sus días. A través de la actitud de Rut, su fuerte trabajo y la generosidad de Booz, la familia conformada por ellas dos, tuvo comida y provisión diaria en abundancia. Ahora, Noemí puede ver lo que Dios está haciendo a su favor, “Dios no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto” (Rut 1:20).
En el capítulo 3 del Libro de Rut, aparece Booz, un familiar como redentor de ellas; en aquella cultura, por el parentesco sanguíneo de Booz con Noemí, él tenia el derecho y la responsabilidad de comprar la propiedad de Noemí, proveer para la familia. La esperanza de Noemí aumenta, ahora puede ver que Dios la ama e instruye a Rut para que establezca un acercamiento con Booz quien acepta la propuesta de Rut, pero habiendo otro hombre que tiene parentesco más cercano con Noemí, tienen que esperar por un trámite. “Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy”. Rut 3:18
Ahora el corazón de Noemí está mas abierto para recibir el amor de Dios otra vez. Finalmente Booz se casó con Rut, tuvo un hijo llamado Obed, vemos a Noemí poniendo la bendición que Dios le ha dado sobre su regazo.
Esta historia tiene una gran repercusión, pues Obed es el abuelo del rey David y nuestro redentor Jesucristo, nació de ese linaje. Mientras Dios estaba cuidando de esa familia, también fue mostrando su amor por todo el mundo. Puedo imaginarme la cara de Noemí llena de deleite por su nieto y su corazón lleno de deleite en Dios, su redentor.
A nadie le gusta las pérdidas, problemas, tragedias, pero son inevitables, en algún momento llegan. Cristo Jesús nos lo dice en Juan 16:33.
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo” Dios no es el causante de los problemas ni las pérdidas, pero Él puede redimirlo todo. Como abono que enriquece el suelo, los problemas enriquecen nuestra relación con Dios; Aunque no sea la manera que preferimos, es la mejor para entender el profundo amor que Él nos tiene.
Aprendemos a deleitarnos en el Señor porque vemos la magnitud de su amor a través de los problemas
En este tipo de amor profundo encontramos que el deseo más grande en nuestro corazón es tener más de Él. Tomemos lo que sabemos, "Dios nos ama" y nuestro corazón volverá a latir, del otro lado de la dificultad hay un amor profundo. Seamos testigos de Su amor, no abandonemos la relación con Él cerrando nuestro corazón.
Oración
Señor, siempre has sido fiel y tu fidelidad no depende de mi satisfacción, que nuestra relación no se alimente solamente de lo que me das, sino también de lo que no me das. No permitas que mi corazón se cierre por las circunstancias. Ten mi corazón, es todo tuyo, quiero lo que me quieras dar. Necesito tener los latidos de tu corazón en el mío.
Amén.
Nuevo Amor: Me Amas, No Me Amas | Predica del Domingo | ALTAR en Español
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