“Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir». Apocalipsis 21:4
Ser cristiano no significa ser perfecto. Tiene que ver más con la vida eterna y la salvación. Tener a Cristo en tu corazón se trata de tener una relación íntima con Jesús que no solo transforma tu alma sino de su infinito amor que se encargará de llenar cada espacio vacío, sanar cada herida, perdonar cada cicatriz y enjugar toda lágrima en tu vida. Ser hijo de Dios tiene el maravilloso beneficio de recibir consolación directamente de Él y tener una verdadera esperanza.
"Ser cristiano significa que estábamos perdidos y fuimos rescatados".
Agonizando me encontraste...
y de la muerte,
Jesús
Tú me salvaste.
¿Quién como tú mi Dios?
Has dejado volar mi pensamiento,
Me has liberado,
y te has llevado...
Los puñales que traía el viento.
Has desdibujado,
cada una de mis faltas,
cada uno de mis tiempos.
Has sanado…
ese estrepitoso eco.
Y aquella soledad inquebrantable...
que me atormentaba,
hoy reposa ausente...
se desvaneció... se deshiló,
quedó en la nada.
Yo ahora soy gozo,
y nunca más llanto.
Me has lavado con agua cristalina,
me has dado un nuevo nombre,
y me has llamado...
Tu hija.
Hubo un tiempo
en que busqué
esperanzas en el viento,
y en un terremoto y en un fuego.
Pero no era en el viento,
ni el terremoto,
ni el fuego…
Y luego te encontré en un susurro,
un susurro tácito y apacible…
un susurro que tú también sentiste,
un susurro que me dice:
“Te amo antes que naciste”
Ya no duele esta espera exacta,
lo que fui ayer ya no soy.
Jesús...
Tú me has dado vida,
y ahora mi corazón late,
como mil caballos rojos salvajes...
esperando...
tu venida.
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