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Vidas Quebran/ta/das

Writer's picture: Carlos A. AgudeloCarlos A. Agudelo

El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.

-Salmos 147:3

 

Conservo un recuerdo que marcó mi infancia de una manera especial y no precisamente tiene que ver con algo agradable: una fractura en mi antebrazo! Como cualquier niño que creció con sus amigos en el mismo barrio, mientras explorábamos nuestro vecindario, hallamos un árbol de mango al lado de la entrada que siempre había estado allí, pero por primera vez estábamos presenciando una espectacular cosecha de mangos de gran tamaño! Sólo bastó con que a alguien del grupo se le ocurriera la brillante idea de treparnos, para posteriormente repartirnos el botín, y en menos de 15 segundos el grupo completo de aproximadamente 6 aventureros (incluyéndome) estábamos entre las ramas, tratando de elegir el fruto más grande. Con las manos llenas y el botín asegurado, uno de mis “amigos” haló de mi camisa para ayudarme a bajar del árbol y… caí como mango! como resultado obtuve una fractura de cúbito y radio en el antebrazo izquierdo.


Desconociendo la gravedad del asunto y en llanto, pedí al vigilante que me ayudara a restaurar mi brazo, por miedo a recibir un regaño en casa; pero cuando el dolor se hizo insoportable no me quedó más remedio que correr donde mi papá, con la certeza de que él era el único que podía ayudarme a encontrar una solución al problema… y no estaba equivocado; me llevó donde el vecino ortopedista y sin anestesia, corrigió mi fractura en segundos!


En el transcurso de nuestras vidas somos susceptibles al sufrimiento de fracturas que pueden adoptar varias formas: físicas, emocionales y/o espirituales; y muchas veces, tratamos de restaurar aquello que se ha fracturado y regresarlo al estado original lo antes posible por nuestra propia cuenta, sin la ayuda de un especialista; lo que posiblemente conllevará a prolongar el dolor.


En las Sagradas Escrituras encontramos el término “quebrantar” bajo dos connotaciones: la primera tiene que ver con “fracturar”, “romper”, “quebrar”, “violar” o “profanar”; y la segunda connotación tiene que ver con “humillar” el corazón en sentido de hacerlo humilde, sumiso, manso y receptivo a la voluntad de Dios. Su significado está relacionado con "restaurar". El Salmo 34:18 nos dice que Dios está cercano a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. Para rendirnos y posteriormente a esto restaurar nuestro corazón (aunque a veces se sienta un dolor insoportable, sin anestesia) es necesario el arrepentimiento, pues no hay quebrantamiento sin arrepentimiento, ya que el primero es consecuencia del segundo.


El Señor se alegra de los corazones que le claman a Él, pero ama también a quienes aún no lo han hecho, y de ellos pide como ofrenda de sacrificio un corazón quebrantado, como lo dice el salmista: los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: al corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios."


ORACIÓN

Señor, he tratado de restaurar mi vida fracturada con mis propias fuerzas sin éxito alguno, por eso hoy corro a ti, entendiendo que tú eres el especialista que puede vendar mis heridas y restaurarme.

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¿Aun llevas fracturas que no han recibido tratamiento por parte de El Especialista?


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